jueves, 24 de febrero de 2011

Epifania

Ruge cansado el león, viejo de soledades, viejo de corazón.
Silva triste y desganada la brisa invernal que lleva su pequeña ilusión a cuestas.
La ciudad dormida no quiere despertar, no quiere volver a abrir sus ojos, pues sabe en su intima conciencia que por sus venas corre nuestra sangre de prisas y desconcierto, ésta nuestra sangre de amor no satisfecho de lealtad forzada y amenazada de muerte.
Nuestra fría sangre de libertades egoístas y miedos que gobiernan. Sabe que ella somos nosotros y que hoy nos derramaremos en la boca pastosa de un pibe con hambre, en las fornidas piernas de una prostituta que no hace tanto fue una pequeña soñadora, en los lagrimeantes ojos de un trabajador que mira como sus manos se entorpecen sin nada en que ocuparse, sabe la ciudad que ella somos nosotros en esencia y la diferencia entre morir y sentirse muerto solo puede posarse en el simple ejercicio de “abrir los ojos”

Gastón Medina Balle

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